martes, 26 de febrero de 2008

FEDECÁMARAS, OTRA VEZ


(José Manuel González, actual presidente de Fedecámaras)


Por Fredy Muñoz Altamiranda

Fedecámaras es el colectivo de empresarios, comerciantes, productores e intermediarios privados más grande de Venezuela. Según palabras de su actual presidente, José Manuel González, sus afiliados abastecen el 80 por ciento de los alimentos, bienes y servicios que consume ese país. El presidente Hugo Chávez, por su parte, los ha acusado públicamente de ser los causantes de una aparente escasez de alimentos, que impacta sensiblemente el ánimo de los venezolanos. Fedecámaras lo niega y responsabiliza al Gobierno Bolivariano de causar la carencia con los controles de precios y de cambio de divisa extranjera.
Pero si Fedecámaras abastece en un 80 por ciento a Venezuela, como lo ha dicho González, y asumimos que el Gobierno lo hace en un 20 por ciento, ¿Quién está en mayor capacidad de lograr la desaparición masiva de alimentos de las estanterías en los supermercados? Por supuesto que quien más produce, vende, trafica y almacena; es decir Fedecámaras.



(Las vitrinas de los almacenes afiliados a Fedecámaras están vacías...)


Los funcionarios de esta agremiación no se dieron cuenta, al proclamarse públicamente como el mayor colectivo oligopólico del país, que sus propios números los acusarían directamente; y con soberbia además, le han dicho al presidente que son la solución a un problema originado por ellos mismos, y utilizado como argumento político para desdeñar públicamente, dentro y fuera de Venezuela, de las medidas económicas socialistas que avanzan en el 2008 con una fuerza inusitada, producto del susto electoral sufrido por el oficialismo en diciembre pasado.
Pero además, la pretendida escasez sobre la que cabalgan hoy los argumentos políticos de buena parte de la oposición, tiene como escenario las tiendas de cadena y los automercados, que en condiciones normales son abastecidos por los asociados de Fedecámaras.
En los barrios de las capitales venezolanas, un ejército de cooperativas distribuidoras expende, a precios populares, leche, azúcar, carne, pollo, arroz y otros alimentos básicos, importados de urgencia por el Gobierno, para enfrentar las llamadas “matrices de opinión” que la oposición conservadora crea en sus propios medios de comunicación, con el fin de restarle puntos a la popularidad y gestión de Hugo Chávez, y abonar terreno electoral para las elecciones de alcaldes y gobernadores de noviembre próximo.
Pero lejos de causarle daño a las políticas económicas populares del Gobierno, Fedecámaras ha logrado que hoy, misiones como la de alimentación, “Mercal”, materializada en más de tres mil puntos de expendio de alimentos a precios solidarios, es decir, sin las cargas del intermediario ocioso, estén afinando su trabajo y logren lo que en nueve años de Revolución ha sido tan esquivo: una relación directa con los productores agropecuarios socialistas, a los cuales Chávez no ha dejado de atender cada semana, en su tradicional programa “Aló Presidente”, desde que comenzó el 2008.


(Las estanterías de los populares Mercal, en cambio, han vuelto a llenarse...)

Los mercales tienen además un complemento que los motiva en competencia: la nueva “PDVAL”, una empresa financiada por la estatal de petróleos PDVSA, destinada a crear las condiciones de producción y distribución de alimentos en forma rápida, y que ha sido un verdadero “gancho al hígado” a las pretensiones de la oposición de convertir el desánimo y el hambre, en votos contra Chávez.
Pero esta escasez artificial no ha sido el único error de Fedecámaras en la carrera de la oposición, por lograr los votos del venezolano incauto. El mismo presidente de la agremiación, José Manuel González, le ha pedido al presidente Chávez “abrir la economía”, pretendiendo dar la idea de una economía cerrada, monopolizada por el Estado y sometida a fuertes controles.
Si en algún momento al Presidente Chávez se le ocurriera abrirle los espacios comerciales, a titanes de la distribución mundial de alimentos y bienes como la “Carrefour”, de Francia, o la “Jumbo” de Chile, para citar sólo dos, estoy seguro de que en toda Venezuela, al término de un mes, no quedaría uno sólo de los pésimos supermercados “Cada”, “Central Madeirense”, o “Excelsior Gamma”, cofrades de Fedecámaras; que sucumbirían, como torres de naipes ante la arrolladora fuerza del verdadero, y eficientemente organizado, capital monopolístico transnacional.
Las experiencias de Colombia y Chile son suficientes ejemplos de cómo desaparecieron castas centenarias de comerciantes, algunos de ellos muy apreciados y dignos como la familia Carulla de Bogotá, con el ritmo y la voracidad demencial del capital transnacional.
Estos comerciantes venezolanos aún no se han dado cuenta de que el mejor negocio que podrían hacer en sus vidas, es el comercio justo con sentido nacionalista, que los blindaría de una ruina segura, en caso de que ocurriera la improbable “apertura” que piden.
La madrugada del pasado domingo 24 de febrero una extraña explosión ocurrió en la sede principal de Fedecámaras en Caracas. El único muerto resultó ser la misma persona que habría colocado el explosivo. Las autoridades que llegaron primero al sitio del atentado fueron agentes de la Policía del municipio de “Chacao”, opuesto al Gobierno Bolivariano, quienes según las autoridades nacionales, incurrieron en graves violaciones de la escena del crimen, pues por ser una “policía administrativa” sólo debían acordonar el sitio y esperar a expertos técnicos forenses y criminalistas, para que recolectaran todo lo que podría aclarar lo sucedido.


(Aspecto de la fachada de Fedecámaras en Caracas, luego de un atentado con bomba)

La Policía de Chacao dice haber encontrado, junto al muerto, una credencial que lo relaciona con la Policía Metropolitana de Caracas, afecta al Gobierno, un radio de comunicaciones, y un comunicado de un pretendido grupo guerrillero llamado “Venceremos” en el que se hacen fuertes críticas a la posición política de Fedecámaras.
Para el periodista Mario Silva, conductor del programa “La hojilla”, que cuestiona fuertemente las manipulaciones mediáticas y de opinión de la oposición venezolana, resulta extraño que el cuerpo de la única víctima registre “quemaduras en el 70 por ciento del cuerpo” como dice el informe de la Policía de Chacao, y los elementos que dicen que portaba: radio, credencial y comunicado, se encuentren en perfectas condiciones.
El Ministro del Interior venezolano, Ramón Rodríguez Chacín, en una calmada rueda de prensa ha dicho: “Hemos identificado a los responsables del atentado y a sus autores intelectuales”, y advirtió que no revelará los nombres, por ahora, porque espera el resultado de otras investigaciones que redondearían las causas de los últimos cuatro atentados con bombas ocurridos en Caracas. “Cometieron los errores que pensamos que cometerían” ha dicho Chacín, dejando ver que hay un complot, que involucra a la oposición, en toda esta inusitada ola violenta.


(Pedro Carmona, "El Breve", autojuramentándose presidente de Venezuela el 12 de abril de 2002, luego del golpe)

Ola en la que se mueve, con mucha fragilidad, Fedecámaras, cuyo presidente en el año 2002, luego del golpe dado al Gobierno de Hugo Chávez, se autoproclamó presidente de Venezuela, y en un discurso de nueve minutos disolvió todos los poderes públicos, cargos administrativos y de elección popular del país. Es Pedro Carmona Estanga, y hoy con sorna los venezolanos le llaman: “Carmona el Breve”, porque su salto de Fedecámaras, a la presidencia ilegal no duró 24 horas.

jueves, 14 de febrero de 2008

LUCHA DE PDVSA CONTRA EXXON ES LA LUCHA DE LA VIDA CONTRA LA MUERTE


Cataratas de Canaima, en Venezuela, afluentes del Orinoco

El río Orinoco baña de vida a casi dos millones de kilómetros cuadrados de territorio venezolano, desde su nacimiento en la alta Amazonia, hasta su desembocadura en un poético delta, cuyo caudal disgrega el continente en un universo de islas fluviales, a través de las cuales más de 30 millones de litros de agua dulce entran al Océano Atlántico cada segundo.
Pero debajo de esa soberbia riqueza subyace otra, que ha despertado la codicia de las transnacionales energéticas del mundo: la reserva de petróleo crudo más grande de la tierra; la llamada “Faja Petrolífera del Orinoco, Magna Reserva”. Un océano oscuro de 300 mil millones de barriles, cuyo uso puede significar la reivindicación del género humano de esta parte del mundo, o los estertores de la vida.
La fatídica compañía estadounidense Exxon-Mobil aspiró a explotar, en condiciones desventajosas para Venezuela, una parte de esa reserva con leyes dispuestas a sus intereses por los gobiernos entreguistas de la llamada IV República.
Pero los planes de manejo energético de la Revolución Bolivariana dispusieron que tanto Exxon como las demás transnacionales: British Petroleum, Total de Francia, Chevron de Estados Unidos y Statoil de Noruega, debían olvidarse de aquella extraordinaria participación mayoritaria que se les había otorgado, y asociarse con una cuota del 22%, frente a un 78% de la empresa estatal venezolana PDVSA.
El resultado: Exxon y Conoco-Phillips se fueron, las demás se quedaron.
Hoy los voceros de Exxon, en compañía del Departamento de Estado estadounidense, le han declarado la guerra a la propuesta bolivariana de manejo solidario de la riqueza petrolera, y hasta la oposición venezolana ha renunciado a asumir la defensa de un patrimonio nacional, y apoya los argumentos de Exxon y los Estados Unidos.
De una década para acá, PDVSA le ha propuesto al continente un nuevo amanecer: el ALBA energética, la posibilidad histórica de que el petróleo jalone pacíficamente las grandes transformaciones socio-políticas, económicas y culturales que nuestros pueblos necesitan.
En cambio Exxon, desde su nacimiento corporativo, ha estado ligada a las traiciones, la ilegalidad, las mentiras y la muerte. John Rockefeller hizo cualquier cosa para ver convertido en realidad su sueño macabro de una gran corporación transnacional, con tanto poder, que pudiera iniciar y terminar guerras mundiales, derrocar o diseñar gobiernos a su antojo, o incluso corromper la ciencia.
Cuando la Exxon se llamaba Standard Oil Company, en la primera mitad del siglo XX, se alió con el nazismo y financió la mayoría de sus aventuras militares para apoderarse de los recursos petroleros de la Unión Soviética. Al ver a los nazis perdidos, alentó al gobierno estadounidense para que entrara en la guerra, en busca de un botín distinto: el pacífico, incluyendo al Japón; y los grandes empréstitos para la reconstrucción de Europa.
La llamada “Nueva PDVSA” ha materializado ya en América Latina a la multi-estatal “Petrocaribe”, con un criterio radicalmente distinto al de la política petrolera mundial. Países como Haití y Nicaragua, el primero y segundo más pobres de América, han recibido ya envíos de crudo o combustibles, para aliviar su penosa situación energética.
Cuba refina ya crudo venezolano en la provincia de Cienfuegos, y le abre una brecha importante al bloqueo ilegal e inhumano que el gobierno de los Estados Unidos le mantiene, en contra de la voluntad universal. Gobierno que además recibió, durante las pasadas elecciones, la escandalosa suma de 46 mil millones de dólares por parte de la Exxon, para mantenerse un periodo más en el poder.
Mientras la nueva PDVSA va por el mundo con un mensaje inspirado en el pensamiento humanista de Simón Bolívar y José Martí, y promueve una nueva relación de las naciones con sus recursos energéticos, y financia misiones que le devuelven la vista a los seres humanos, o le brindan acceso a la salud y a la educación a capas sociales tradicionalmente excluidas, la Exxon va en sentido contrario.
Desde 1998 hasta hoy, según lo dice la Unión de Científicos Preocupados de los Estados Unidos, UCS, por sus siglas en inglés, compuesta por más de 200 mil voluntarios, Exxon ha gastado 12 millones de dólares en pagarle a una red de organizaciones dedicadas a emitir mensajes mentirosos, acerca de las verdades probadas científicamente sobre el calentamiento global y el cambio climático.
Ben Stewart, reconocido miembro de Greenpeace ha dicho también que Exxon ofrece a economistas y científicos la suma de 10 mil dólares más gastos de viaje, para quien escriba artículos y dicte conferencias que ataquen las posibles falencias de la teoría del cambio climático.
Exxon-Móbil es responsable además de alentar financiera y políticamente los crímenes de lesa humanidad cometidos por el gobierno de los Estados Unidos en Irak y Afganistán, con la excusa de la guerra contra el terrorismo, pero motivados realmente por la necesidad de esta y otras transnacionales, de obtener nuevas fuentes de recursos energéticos.
El 24 de marzo de 1989 el carguero Exxon Valdez derramó un millón y medio de barriles de petróleo crudo a los mares fríos de Alaska. Medio millón de especies animales murieron, y algunas no las veremos más, desaparecieron.
En su momento la Exxon hizo circular la historia de que el oficial Hazelwood, capitán del barco estaba ebrio, y dejó el mando a un marinero inexperto mientras él dormía en un camarote. El joven marinero perdió el control de una de las naves cargueras más grandes del mundo, y la estrelló sin remedio contra los arrecifes de “Bligth”.

Exxon quiso excluir las políticas corporativas de aquel debate, enfatizando en que fueron errores humanos puntuales. Pero lo cierto es que aquel barco gigantesco debía ir primero a California a vender aceites lubricantes que también cargaba, pero se le ordenó llenar los tanques con crudo en el puerto de Valdez, cosa que aumentó su peso e hizo más difícil sus maniobras por los intrincados mares de Alaska.
Aquella fue una mentira más en la carrera mortal de Exxon, que hoy tiene como blanco a Petróleos de Venezuela, el motor financiero de una revolución pacífica que es la esperanza de América.

lunes, 4 de febrero de 2008

LA COLOMBIA QUE MARCHÓ, LA QUE NO MARCHÓ, Y LA QUE MARCHÓ CONTRA LOS QUE MARCHARON



Por Fredy Muñoz Altamiranda

Hay, por lo menos, dos colombias. Una que marchó y otra que no. Una que votó y seguiría votando por mantener a un paramilitar y narcotraficante como Álvaro Uribe en la presidencia, y otra que continuará oponiéndosele, a pesar de que le asesinen a sus hijos, le roben sus tierras o la dejen sin trabajo.
Hay una Colombia de sentimientos patrióticos virtualizados, muchachos y muchachas de “bien” que a diario se indignan, a través de Facebook, de la violencia nacional, mientras envían a sus listas de correos y círculos de amistades electrónicas, razones por las cuales sentirse orgullosos de lo que creen que es Colombia: Juanes, Shakira y Montoya.
En la otra Colombia hay por lo menos sesenta mil familias que aún esperan que los paramilitares amigos del gobierno mafioso de Uribe les digan dónde enterraron los pedazos mutilados de sus víctimas. En qué fosa común, de qué hacienda, de cuál congresista uribista, están los despojos de miles de hombres, mujeres, jóvenes y niños que hacían parte de la otra Colombia, la que no marchó.
Como tampoco marcharon los campesinos asesinados por la Brigada Móvil número XV del ejército colombiano, que según contó uno de los propios asesinos a la Procuraduría General de la Nación, el sargento Alexander Rodríguez, eran tiroteados para hacerlos pasar por guerrilleros y reclamar cinco días de descanso por cada muerto.
La Colombia de las universidades privadas, de los empleos bien remunerados en almacenes, compañías, centros comerciales, bancos y empresas prósperas de la mafia, la Colombia propietaria, la que dice poder viajar ahora por carretera en sus camionetas blindadas a visitar sus fincas de recreo en tierras exclusivas del país, robadas a campesinos o a indígenas y hoy custodiadas por paramilitares, esa Colombia si marchó.
Los jóvenes de barrio que reciben clases en las universidades públicas, con un pasaje de bus en el bolsillo y un desayuno casero en el estómago, los chicos y chicas que han leído más de un buen libro sobre la historia y el origen de nuestra violencia, los que insisten en la democracia participativa y los cambios estructurales de un país tomado por el paramilitarismo, los que no le comen cuento ni a Uribe ni a sus asesores cínicos, esos no marcharon.



(Estas chicas colombianas en Londres, se pusieron sus atuendos pre primaverales y por supuesto marcharon)

En mi tierra, la Costa Atlántica, los uribistas pretendieron aprovechar la asistencia del pueblo a la programación multitudinaria del Carnaval de Barranquilla, para hacerle creer a los navegantes de internet que esa manifestación cultural centenaria y rica era producto de sus convocatorias virtuales. Pero sólo pudieron hacer un rápido y deslucido desfile de carros lujosos, de electores de Uribe que suspendieron la parranda por quince minutos, y salieron a darle una vuelta a la cuadra, a sonar sus bocinas y tomarse una foto con el teléfono celular para montarla en los portales de “Facebook” y decir que “millones de colombianos marcharon”.
Pero hubo una Colombia, entre estas dos de las que he hablado, que también marchó, para exigir la solución política negociada al conflicto armado, un intercambio humanitario de prisioneros, y la paz con justicia social que mantiene en armas a otra Colombia. Y que si esa otra Colombia armada salió a marchar, lo hizo por las montañas y las selvas del país, a combatir, como lo hacen a diario, a mercenarios gringos, a oficiales y soldados, compatriotas cuya única alternativa de trabajo remunerado ha sido la guerra; y a los nuevos paramilitares que negociarán con Uribe nuevos beneficios, en un ya lanzado tercer mandato.
Una Colombia que marchó (pero no por seguirle el juego a “Facebook”, la extensión de la CIA cuyos 16 socios son agentes de inteligencia estatal estadounidenses) en Washington coreaba: “¡Uribe, paraco, el pueblo está verraco!”.



(Las víctimas de paramilitares, como estas familias que aún los buscan, por supuesto no marcharon)

En Bogotá jóvenes del Sur de la ciudad marcharon a la usanza de las tribus urbanas, pidiendo paz, pero también justicia para sus amigos asesinados por los paramilitares en complicidad con la policía, y mostrados luego como delincuentes dados de baja o resultado de ajustes de cuentas entre bandas, cuando realmente eran adolescentes irreverentes, en resistencia al control social de los paramilitares en sus barrios.
La Colombia que marchó lo hizo convencida de que reelegirán a Uribe para cuatro años más de gobierno mafioso y paramilitar. Muchos quizás no sean conscientes de eso.
La Colombia que marchó contra la marcha de Uribe lo hizo, en buena parte, para no ser tomados como amigos de los “violentos”, pero en otra para expresar salidas distintas al unanimismo guerrerista.
Y la Colombia que no marchó espera que los huesos de sus familiares aparezcan, o que alguien diga, “Yo los maté” como ya ha hecho el narcotraficante, paramilitar y elector de Uribe, Hernán Giraldo con 37 asesinatos, entre ellos el de Martha Lucía Hernández Turriago, ex directora del Parque Tayrona, y el del estudiante Hugo Maduro, ex miembro de la Juventud Comunista, y hoy una cifra más en la estadística de un exterminio que no cesa.

¡9 AÑOS DE REVOLUCIÓN BOLIVARIANA!

martes, 29 de enero de 2008

LA CONDENA A SIMÓN TRINIDAD NOS ALEJA DE LA PAZ



Por Fredy Muñoz Altamiranda

Un juez estadounidense ha condenado a 60 años de prisión al guerrillero colombiano Simón Trinidad.
Esta condena es una muestra más del nivel de entrega de la soberanía colombiana a los mandatos estadounidenses.
Simón Trinidad fue capturado en Quito por la CIA y agentes corruptos de la inteligencia ecuatoriana y colombiana el dos de enero de 2004, y según Raúl Baca, entonces ministro ecuatoriano de Gobierno, el único delito de Trinidad en ese país habría sido carecer de documentos de identificación.
Simón Trinidad venía de hacer parte del equipo de las FARC que se sentó a explorar acuerdos de paz con el gobierno de Andrés Pastrana. Su captura, se produjo, según fuentes de las FARC, cuando Trinidad iniciaba contactos con las Naciones Unidas para proponer un intercambio de prisioneros con el Estado colombiano.
En un operativo cinematográfico Trinidad fue traído a Colombia, mostrado a la prensa y luego extraditado a los Estados Unidos el 31 de diciembre del año 2004.
El concepto favorable que emitió la Corte Suprema de Justicia de Colombia, ordenó también la extradición de los paramilitares y narcotraficantes Salvatore Mancuso y Carlos Castaño.
Pero la aparición de los nombres de estos dos últimos en el documento, no puede ser vista como otra cosa que como una maniobra de la Corte para posar de equilibrada, porque Mancuso sigue su vida de beneficiado de la cuestionada Ley de Justicia y Paz en Colombia, y Carlos Castaño, vaya a saberse si fue realmente asesinado por su hermano Vicente, o se asolea en un balneario del Mar Muerto.
Mancuso está varias veces condenado por masacre, asesinato y narcotráfico. Sin embargo la Ley de Justicia y Paz, bodrio jurídico nacido del Uribismo, le exigirá pagar máximo de ocho años de cárcel, de los cuales lleva cuatro cumplidos; es decir, para las próximas elecciones estará libre y disfrutará su fortuna ilegal en alguna de sus haciendas abonada con miles de campesinos muertos.
La justicia estadounidense formuló cargos a Simón Trinidad por narcotráfico, terrorismo y secuestro. En un primer juicio el jurado no lo condenó debido a la inconsistencia de las pruebas aportadas por los fiscales.
Luego se inició un segundo juicio, en el que se le procesó por el secuestro de tres mercenarios, agentes de la CIA capturados por las FARC, cuando sobrevolaban territorio colombiano en una avioneta derribada con tiros de fusil.


(Mercenarios estadounidenses en poder de las FARC - Selvas de Colombia)

Al momento de la captura de los mercenarios Trinidad ni se encontraba en la zona, ni hacía parte jerárquica del mando conjunto guerrillero que realizó la operación, sin embargo el juez norteamericano lo ha condenado a 60 años de prisión, por lo que considera una “conspiración” para secuestrar a los tres mercenarios que ellos llaman sutilmente “contratistas” del Pentágono.
La condena de 60 años a Trinidad, un hombre de 57 años, supone además cárcel de por vida, ya que posiblemente morirá en prisión, circunstancia que rompe uno de los compromisos del tratado de extradición entre Estados Unidos y Colombia, que prohíbe penas perpetuas.
El mismo tratado dice además que los delitos por los cuales se pide a un ciudadano extranjero deben haber sido cometidos en suelo estadounidense, y la supuesta “conspiración” por la cual se condena a Trinidad habría ocurrido en Colombia.
Además “conspirar” supone una planificación del delito, una instancia anterior de dolosa concertación entre quienes lo cometen; y las circunstancias de captura de los tres mercenarios parecen ser fortuitas.
Es muy probable que al derribar la avioneta en vuelo, los guerrilleros de las FARC que le dispararon no supieran que en su interior se encontraban los mercenarios, que se los habrían “encontrado” en el operativo, cosa que desvirtúa la teoría conspirativa con la cual se condena a Trinidad.
Sea lo que fuere, el caso es que el Estado colombiano renunció vergonzosamente a su soberanía de procesar y juzgar a un nacional, sólo para complacer la vanidad gringa de creerse los policías del mundo.
El 3 de febrero de 2005 fue negada una solicitud de repatriación a Colombia, hecha por sus abogados, donde se le mantienen abiertos 96 procesos. Otra de las violadas condiciones del tratado de extradición es que los delitos del sujeto en su tierra de origen tienen prevalencia sobre los que supuestamente cometa en suelo ajeno.
En Colombia Trinidad ya estaba condenado a 81 meses de prisión por rebelión. Su condena a 60 años es un portazo dado a la posibilidad de un Acuerdo Humanitario, actitud gringa que reproduce fielmente el gobierno de Álvaro Uribe.
A finales del año pasado, padres, madres, esposas, hijos e hijas de los tres mercenarios estadounidenses visitaron el palacio de Miraflores en Caracas. Sus caras reflejaban la ilusión de ver pronto a sus familiares, porque la mediación del presidente Hugo Chávez le había dado un nuevo impulso al tema del Acuerdo Humanitario.
¿Cómo estarán hoy esas mismas personas, al saber que uno de los “canjeables” de las FARC en los Estados Unidos, garantía de liberación de sus familiares, podría morir de viejo en prisión?

(Presidente Hugo Chávez en el Palacio de Miraflores, con los familiares de los estadounidenses en poder de las FARC)

jueves, 24 de enero de 2008

URIBE: POPULARIDAD A TODA "PRISA"




Por Fredy Muñoz Altamiranda

De un día para otro, los medios quieren hacerle creer al mundo que Álvaro Uribe es el presidente más popular del continente.
La cadena mediática colombiana “Caracol” tituló el jueves 23 de enero que su imagen favorable había alcanzado el 80%, la mayor desde que habita la Casa de Nariño.
Pero, ¿a quién pretende engañar el Grupo Prisa con esta campaña mediática? Caracol, una de las emisoras que origina tal mentira, es una más de las 1.200 radios que este poderoso pool español domina en América, además de periódicos, canales de televisión, portales de internet y de paso encuestadoras, que viven de lo que estos medios les contratan y que no tienen ningún escrúpulo en diseñar mentiras como la que Prisa ordenó convertir ayer en noticia: la pretendida popularidad de Uribe.
Y es que el tamaño de esta farsa viene dado proporcionalmente al tamaño de los errores de los asesores de Uribe, y de Uribe mismo. El año pasado abrieron el tema del Intercambio Humanitario con la intención de sacar del debate público la verdad cada vez más clara de las relaciones de Uribe, José Obdulio Gaviria, su principal asesor, William Vélez, su primo y ex presidente de la Cámara de Representantes, Mario Uribe, su primo y ex senador de la República, hoy procesado por conformar grupos paramilitares, y muchos otros familiares y amigos cercanos, con la mafia de Pablo Escobar y el nacimiento de las pretendidas “Autodefensas Unidas de Colombia”, cuya capacidad de muerte y terror son inimaginables.
Involucraron al presidente venezolano Hugo Chávez y a la senadora colombiana Piedad Córdoba en el asunto y el tema tomó un dinamismo insospechado, los espacios políticos se abrieron a favor de un debate amplio y continental donde Uribe se veía como una hormiga atolondrada además por el veneno de la propia realidad colombiana, producto de sus errores internos: la falsa desmovilización de más de 30 mil inexistentes combatientes paramilitares, el aumento de las plantaciones de coca, su bancada del Congreso llamada a juicio por haber sido elegida con el dinero y la coacción de la mafia paramilitar, el desempleo al galope y la inseguridad instituida a partir del llamado “rebrote” de nuevos grupos paramilitares, que en realidad son los mismos, que siguen haciendo lo mismo: matar estudiantes, sindicalistas, periodistas, campesinos que piden tierra y gente que pide empleo y denuncia la corrupción de su gobierno mafioso.
Por supuesto que para Uribe y sus asesores, peor que aceptar al presidente Chávez como mediador fue sacarlo del juego como lo hicieron: muy al estilo de los Uribe, de borrar a las bravatas lo que no les conviene, tal y como él y su hermano Santiago “borraron” de Antioquia y de Córdoba a cualquier tipo de expresión política popular que hubiera quedado del liberalismo progresista o de la izquierda renovadora de la Unión Patriótica. Para tal empresa crearon los Uribe el grupo “Los doce apóstoles”, que vaya a saber el Dios de los pobres cuántos muertos le agregó a nuestra pesadilla interminable.
Hoy, cuando la guerrilla de las FARC le entrega a Chávez y a Córdoba un par de rehenes como señal de que en el camino hacia el Acuerdo Humanitario y unos eventuales diálogos de paz debe pasarse por esa apertura de los espacios políticos que esa guerrilla representa, aunque le duela y lo desconozca media humanidad, el poder mediático tuvo que darse “prisa” para renovar la popularidad virtual del único presidente en el continente cuya notoriedad crece a la par de la desgracia colombiana.
La encuesta que lo eleva a tal posición, dice Caracol, fue realizada telefónicamente entre mil personas de cuatro ciudades de Colombia. Mil de entre millones. Y de Bogotá, Cali, Barranquilla y Medellín, ciudades asfixiadas por la mafia, donde el paramilitarismo ejerce un control social abierto, e invade sus economías domésticas con dinero del narcotráfico, abriendo casinos, moteles, condominios y clubes de lujo, creando la ilusión de una prosperidad, en la misma medida en la que los medios crean la ilusión de un presidente aceptado.
¿Por qué no llamarán estas encuestadoras a los campesinos del Putumayo, Nariño, Cauca, Caquetá, Huila, Guaviare, Vaupés, Chocó, Bolívar, Sucre, Meta, Tolima, Valle del Cauca y el Vichada, atormentados por el Plan Patriota? Quizás porque ni teléfonos encontrarán en esas regiones, luego de la privatización de la estatal telefónica, concedida hoy a los mismos españoles y estadounidenses que aúpan a Uribe.
¿Por qué no llamarán a mil personas de las orillas colombianas del rio San Miguel, que deben comprar raciones de alimentos controladas por las fuerzas gringo colombianas del Plan Patriota, en plena frontera con el Ecuador? ¿O a las víctimas de crímenes de Estado, que la semana anterior le enviaron una carta al presidente Uribe donde denuncian que los paramilitares siguen asesinando líderes políticos de izquierda y defensores de Derechos Humanos?
De un día para otro salen de los diarios los para políticos, y entra el presidente Álvaro Uribe acompañado por el vocero de una Unión Europea que repite lo que siempre ha dicho: que las FARC y el ELN son terroristas.
De una día para otro cesan los cuestionamientos por la cada vez más probada cercanía de Uribe con Pablo Escobar Gaviria, atizada con la presencia del primo hermano del capo, José Obdulio Gaviria a la cabeza del equipo de asesores de Uribe. Terminan los cuestionamientos al Plan Patriota por su ineficacia, ineficiencia y derroche de recursos, y entra Uribe abrazado del Rey Juan Carlos de Borbón, y sonriente junto a un Rodríguez Zapatero que cada día está más cerca del Partido Popular español.
La lucha de los medios alternativos, populares y emergentes en esta coyuntura de cambios en América Latina, es la lucha de la verdad contra la mentira. El manual propagandístico de Goebbels, que conocidamente recomienda repetir la mentira para convertirla en verdad, se aplicó a través de la mega estructura mediática de propaganda e información que tiene el grupo “Prisa” de España: Diario El País, Diario El País Internacional, Diario As, Estructura, Diario Cinco Días, Promotora general de revistas, Box News Comunicaciones, Eje de Editores Media, Dominical, Espacio Editorial Andaluza, Holding, Diario Jaén, El Correo de Andalucía, Novotécnica, La Voz de Almería, Odiel Press, El Correo de la Costa del Sol, Redprensa, Gestión de Medios de Prensa, Grupo Caracol de Colombia, diario El Tiempo de Colombia, Sistema Radiópolis de México; en Chile Padahuel, FM Dos, FM Corazón, Rock and Pop, FM Hit, FM Futuro, FM Imagina, FM Concierto y otras 140 emisoras, entre otras.
Asusta, ¿Cierto? La opinión del mundo hispanohablante manejada por un pool de empresarios que no han tenido escrúpulos es invadir con mentiras el contexto internacional, o desalojar de las radios de entretenimiento a las culturas locales por productos de consumo manufacturados a su antojo.
Pero lo peor de todo no es que promuevan la falsa popularidad de un presidente tan impopular como Uribe, no es que sustituyan la conciencia colectiva del continente por mentiras diseñadas a su conveniencia, sino que además susciten la guerra y la muerte.
Inmediatamente después de la reunión Uribe – Zapatero en La Moncloa, una frase de este último comenzó a resonar en el mundo: “El Gobierno español está y estará con el Gobierno de Colombia cuando deba enfrentar un problema de soberanía…” refiriéndose obviamente a Venezuela, y a las movidas militares que ha hecho Hugo Chávez por frenar el contrabando hacia Colombia de millares de toneladas de alimentos subsidiados, cuyo fraude acarrea desabastecimiento interno.
La frase de Zapatero, el abrazo del Rey de España, la nada novedosa expresión de la Unión Europea sobre las guerrillas colombianas, el artificio de la popularidad de Uribe diseñada por Invamer Gallup a través de mil llamadas, son el cierre de una cruzada mediática de la mentira contra la verdad latinoamericana.
Un cierre cuyo remate lo hará en Colombia Condoleezza Rice, quien dice venir a buscar la rápida aprobación del Tratado de Libre Comercio entre los Estados Unidos y Colombia: una fantasía mediática más que intenta hacernos creer que la economía capitalista permanece inmutable, cuando todos sabemos que hasta acá resuenan ya las quiebras de la especulación financiera internacional, que se ha iniciado en las bolsas del mundo.

jueves, 17 de enero de 2008

LOS NÚMEROS DE LA GUERRA


Por Fredy Muñoz Altamiranda


Las estadísticas y las cuentas le añaden hoy una buena carga de paradojas a la guerra en Colombia.
A finales de 2007 se hizo público el documento “Algunas consideraciones cuantitativas sobre la evolución reciente del conflicto en Colombia”, de los investigadores José Fernando Isaza Delgado y Diógenes Campos Romero.
El estudio es una actualización del informe “Modelos dinámicos de guerra”, escrito por los mismo autores en el año 2004, que mereció ser traído a casos y cuentas de hoy, por lo que Isaza y Campos consideran un “reforzamiento” de sus conclusiones iniciales.
Y la más importante de estas conclusiones actualizadas pudiera ser el costo de la guerra para los colombianos. Me refiero a un costo estrictamente monetario, ya que ese es el carácter primordial del documento.
Según Isaza y Campos en la guerra se gastan hoy en Colombia 22,21 billones de pesos, o un 6,5% del Producto Interno Bruto, que es el total de los ingresos del país. Este PIB está calculado a 2007 en $351,2 billones, con la aclaración de que billones en pesos son millones de millones, y de que un millón de pesos corresponde a U$2.000 aproximadamente.
Hasta aquí esa conclusión pudiera ser un dato frío, pero las alarmas se encienden cuando lo miramos en perspectiva: Los Estados Unidos, que mantienen dos frentes de guerra activos, en Irak y Afganistan, y subsidian multimillonariamente aparatos militares como el de Israel, Pakistán y Colombia, entre otros, dedica sólo el 4,04% de su Producto Interno Bruto al gasto militar.
Y en todos los países de la Unión Europea que hacen parte de la OTAN, el gasto militar llega, en casos extremos, al 2% de su PIB.
Y nada indica una reducción en el futuro pues el informe anota que: “No obstante la elevada participación del gasto militar en el año 2007, esta crecerá para el año 2008, superando la proporción del PIB, en toda la historia registrada en el siglo XX”.
En el pasado Colombia, además de vivir el conflicto social y armado que se agudiza a partir del asesinato del candidato presidencial Jorge Eliécer Gaitán en 1948, se enfrentó militarmente al Perú en 1934 y el gasto militar de entonces llegó a ser del 3% del PIB.
Más adelante, entre 1974 y 1991, durante casi tres décadas de “Estado de Sitio” o supresión de garantías constitucionales por la agudización del conflicto social y armado interno, en una época de dictaduras en el Continente, el gasto militar colombiano fue inferior al 2%. Antes, en el año 1970, había crecido hacia el 3,2% por la compra de nuevos fusiles tipo G-3 para la fuerza pública, y la adquisición de aviones supersónicos “Mirage”.
El mismo informe considera “interesante” mencionar que durante la llamada “dictadura” del general Gustavo Rojas Pinilla, entre los años 1954 y 1957, se registró en Colombia uno de los más bajos gastos militares, con un 1,5% del PIB.

País policía
Con un gasto militar de tal magnitud y en aumento, los sacrificados son los rubros sociales, pues los ingresos del país no aumentan. Hoy día el gasto en defensa es igual a la suma de todas las trasferencias en salud, educación y saneamiento ambiental juntas.
Según los estudios de personalidades como el investigador Pedro Medellín y el economista conservador Juan Camilo Restrepo entre otros, en este año 2008, de los 566.084 cargos que el Estado atiende con cargo al presupuesto central, 459.687 estarán ocupados por servidores públicos asignados a las labores de defensa, seguridad y policía. Esto es el 81,2% de los funcionarios públicos colombianos.
El Gobierno ha estimado en 3,56 billones de pesos la inversión total para este año, pero 2,3 billones, es decir, el 65% lo destinará para comprar equipo militar.
Dentro del mismo gasto militar, de cada peso asignado por el gobierno central, el Ministerio de Defensa destina 47 centavos, el 47%, para pagar pensiones de los militares, que durante lo que duró el estado de sitio, más de dos décadas a partir de los años 70s, mantuvieron la regla del 2x1, es decir, un año de tiempo cronológico contado como dos años en el servicio.

Guerra Pírrica
En Colombia por cada guerrillero de las FARC-EP, el ELN y otros grupos menores, participan en la guerra 15,5 militares, y “la cifra tiende a aumentar” dice el informe.
A su inicio, en el año 2002 el Gobierno de Uribe Vélez publicó la cifra de 20.600 rebeldes de todas las fuerzas presentes en Colombia. Hoy los informes del Ministerio de Defensa dan cuenta de 50.464 guerrilleros fuera de combate, entre abatidos, capturados y desmovilizados.
Dice el informe que “se observa que el número de retirados de la guerrilla es superior al doble de la cifra inicial de combatientes regulares”. Se calcula entonces que de cada 100 subversivos retirados del conflicto, la guerrilla logró, en el “periodo Uribe” de 2002 a 2007 incorporar 84 nuevos combatientes, “lo cual hace surgir dudas sobre la eficiencia de la lucha” concluye.
Si se toma el consolidado de cifras de bajas causadas a la guerrilla durante el “periodo Uribe” 2002-2007 se tienen 9.565 combatientes. Y si se toma como cierta la cifra dada por el Ministerio de Defensa que dice dedicar el 30% de su presupuesto a la lucha contra insurgente, es decir, 5,9 billones de pesos, se tiene que “el costo unitario por baja, captura o desmovilización de un guerrillero ha sido de $616 millones de pesos”.
Según las conclusiones de los propios organismos de seguridad, que dan cuenta de la incorporación de 84 nuevos combatientes por cada 100 bajas, en un periodo inmediato de cuatro años el costo por baja, captura o desmovilización de un guerrillero alcanzará una cifra entre los 1.000 y 1.500 millones de pesos.

Salida política
La más reciente liberación de Consuelo González y Clara Rojas, por intermedio del presidente venezolano Hugo Chávez y la senadora colombiana Piedad Córdoba, ha hecho retomar el tema de la necesaria salida política al conflicto social y armado colombiano.
Chávez por su parte llama a Marulanda a pensar en la vinculación de las FARC al debate político legal, cosa que no debe sonar muy bien dentro del grupo guerrillero por su experiencia de más de seis mil dirigentes políticos de la UP asesinados, luego de convenir con el gobierno del conservador Belisario Betancur la creación de la extinta plataforma de participación popular.
Internacionalmente la propuesta de creación de un nuevo “Grupo de Contadora” para el caso colombiano tiene de importante la internacionalización del conflicto. Pero esta propuesta pasa, a mi modo de ver, por dos debates; uno, que los Estados Unidos se adhieran a sus compromisos y procedan exactamente de forma contraria a como procedieron con el primer “Grupo de Contadora”, o “Grupo de los ocho”, o “Grupo de Río”; y dos, que Uribe y sus asesores terminen de una vez reconociendo que en Colombia existe un conflicto y no una guerra de pandillas enfrentadas al Estado.
Porque a pesar de toda la claridad que los números de este informe puedan aportar para comprender la magnitud de la pesadilla guerrerista colombiana, los mismos autores han concluido que: “Los guarismos anteriores son bien difíciles de explicar en un país que, de acuerdo a la política oficial, no tiene conflicto interno ni externo”.